Saltar al contenido
Niebla, lluvia y una vista inolvidable desde Vogelstein: nuestra caminata en la frontera entre Polonia y la República Checa.

Caminata mística en la frontera polaco-checa: de la lluvia y la niebla a vistas impresionantes

Despierta con vistas al bosque, desafía la lluvia y la niebla, y vive un momento mágico en Vogelstein: nuestra caminata por la frontera checo-polaca te depara muchas sorpresas. ¡Únete a una aventura llena de altibajos!

Cuando nos despertamos, ya casi amanece. Deben ser alrededor de las 9:00 a. m. Abrimos las puertas traseras de nuestra caravana y miramos directamente al bosque adyacente. Mi esposa y yo nos quedamos allí un rato, disfrutando de la paz y la tranquilidad, esperando con ilusión el día.

Finalmente, el hambre nos impulsa a desayunar juntos. Horneamos panecillos, comemos embutidos checos y nos preparamos para nuestra excursión de hoy: una caminata por la frontera entre Polonia y la República Checa.

Listos para partir, condujimos nuestra autocaravana por la sinuosa carretera de montaña durante unos 15 minutos hasta el refugio Spindler. Hay un pequeño pueblo turístico justo en la frontera. Compramos un ticket de aparcamiento (unos 20 € por día, mejor que caminar) y estábamos listos para partir. Pero el tiempo no nos acompañó: la llovizna y la densa niebla nos acompañaron de camino a la primera parada, el Petersbaude. Tras solo 1,5 kilómetros, estábamos calados hasta los huesos. Estábamos deseando un breve descanso con chocolate caliente, pero el refugio estaba cerrado; una amarga decepción. Así que nos sentamos en la entrada cubierta, tomamos nuestro té y consultamos el radar de lluvia. El pronóstico era desalentador.

Después de 20 minutos, nos recomponemos y continuamos nuestro camino. La niebla le da a la caminata un aire místico. El sendero rocoso atraviesa densos abetos, el suelo está cubierto de musgo y la atmósfera se disipa lentamente. Nos acercamos a nuestro destino: el Vogelstein a 1310 metros. Y entonces sucede: deja de llover. Subimos a las rocas y nos recompensa una vista impresionante del valle envuelto en nubes. Millones de árboles se extienden bajo nosotros mientras las nubes se deslizan. Es uno de esos momentos inolvidables. Una última foto, y luego nos alejamos y emprendemos la siguiente etapa de nuestro viaje.

El tiempo mejora constantemente. El sol se abre paso entre las nubes mientras descendemos a la siguiente cabaña: la Bradlerbaude. Pero a finales de octubre, no hay mucha gente. Nos sentamos, disfrutamos de la vista del valle y nos reponemos con té, pan de jengibre, manzanas y nueces antes de continuar nuestro camino.

Antes de llegar a los recintos de los osos, el sendero pasa por un pequeño prado con un toro mugiendo ruidosamente y continúa adentrándose en el bosque. Tras unos 6,5 kilómetros, llegamos al punto más bajo de nuestra caminata. Esta ruta no es comparable a una caminata similar en el Bosque de Teutoburgo: el terreno rocoso dificulta cada paso. De repente, nos encontramos con un obstáculo inesperado: el estrecho sendero está bloqueado por una excavadora que repara el sendero. Los trabajadores nos dejan pasar por el lado del pronunciado desnivel. Con paso cuidadoso, recorremos el paso.

El cansancio se apodera poco a poco de nosotros. Un vistazo al mapa nos muestra una suave pendiente, hasta que llegamos a un sendero cerrado. Por suerte, no tenemos que volver atrás, pero el desvío nos cuesta tiempo y energía. Poco después, nos espera el último gran reto: una subida rocosa y empinada de vuelta al Refugio Spindler. Tras unos 11 kilómetros y casi cinco horas, por fin llegamos al aparcamiento. De vuelta en la caravana, nos sentimos aliviados.

La tarde transcurre tranquilamente. Como continuamos nuestro viaje al día siguiente, pasamos de nuevo por la sala común, jugamos una partida de billar y nos preparamos para la noche. Nuestro próximo destino: la ciudad dorada de Praga.

¡Echa un vistazo a la ruta!

Haga clic en las imágenes para ampliarlas.

Descubre la ruta también en Komoot

Conclusión

Lo que empezó como una aventura en la niebla se convirtió en una caminata inolvidable. El cambio de clima, la impresionante vista desde Vogelstein y el desafío de la ruta hicieron del día una experiencia verdaderamente memorable. A pesar de la humedad y los desvíos, una cosa está clara: ¡esta caminata valió la pena!